sábado, 18 de abril de 2015

En el corazón de Apocalypse now

Porque nos gusta tanto una película que no deja de ser en el fondo una pesadilla que puede llegar a ser peor que lo soportable? Quzá porque explora nuestra propia locura, nos permite hacer turismo en el infierno, pero no el infierno de la violencia en la guerra, que, si uno se fija es en lo que menos se abunda, sino el infierno de la degradación moral del que nadie está exempto. El protagonista Willard, tiene la misión de rocorrer un río que cruza la frontera entre Vietnam y Camboya para matar al coronel Kurtz, así arranca la peli. Mal rollo. Nada más empezar.

El recorrido del río es un recorrido hacia lo más absurdo y difícil de digerir del comportamiento humano. El coronel Kurtz se volvió loco y se montó una movida pagana en la que él es idolatrado lo cual representa una vergüenza para el ejército, uno piensa sí, sí, la guerra es dura pero eso de montarte tu propia religón con indígenas... trazamos una línea entre el tipo raro y el tipo normal.

Nada más empezar la lancha necesita cruzar una parte del río y para eso requieren al personaje interpretado por Robert Duvall, capaz de cubrir a sus hombres en la batalla para que ellos puedan hacer surf aprovechando las olas provocadas por las bombas. En el asalto a la aldea para cubrir la llegada de la lancha pasan mil cosas, ponen música de Wagner en los heicópteros, los soldados matan a civiles divirtiéndose, un reportero les filma pidíendoles a gritos que "por favor no miren a cámara", gritos, explosiones, surf, napalm, bufff es agotador. Y no nos lo explican ordenadamente y de uno en uno sino que llegan a mezclarse todas estas capas a veces al mismo tiempo, uno no sabe si reir o llorar, acabas aturdido y agotado todo son gritos y hechos difíciles de digerir, quizá la escena que mejor resume el espíritu de toda la película.

Lo que vemos es difícil de leer y cada vez, más insorportable tanto que se utilizan recursos para  suavizar la atmósfera, como la voz en off del protagonista bastante más calmada y más reflexiva, parones en el argumento, un estilo visual bellísimo con puestas de sol realmente contemplativas que contradice lo que en realidad se está narrando.

A mitad de película estamos bastante hastiados y agotados. Ya casi no podemos. Demasiado ruido. Pero porque nos engancha ? quizá porque el horror hipnotiza. Y se nos va enganchando la locura de los personajes. A esas alturas ya casi comprendemos al coronel Kurtz. Cualquiera acabaría así en realidad. Así lo reconoce Willard a medida que transcurre la película.

A alguien le extraña la imagen en que unos soldados intentan escapar agarrándose al helicóptero que transporta una bailarina playlmate ? Eso lo desearíamos todos maldita sea !

Cerca de la aldea de Kurtz hay una trinchera, donde unos soldados medio drogados, con música esta vez de Hendrix y sin saber nadie quien está al mando se encuentran ametrallando al vietcong que no anda muy lejos hasta el punto en  que se escucha con mucha claridad a uno que no para de gritar "te mataré yankee, te mataré yankee !" Podemos escuchar esta frase durante mintuos. El grado de aturdimiento del espectador (mucho ruido duranta ya más de una hora a estas alturas) hace que uno desee oir callar de una vez a ese tío. Un disparo de obús lo consigue. Sin darse cuenta en el fondo uno se  relaja. Ya se nos ha contagiado tanto el horror que nos hemos insensibilizado ante semejante barbaridad. Ya hemos asumido que ahí eso es cotidiano. Poco después asistiremos al monólogo de Kurtz que nos cuenta la historia más espantosa de la película, la de los niños vacunados. Sin quererlo podemos entender como llegó a ese punto.

Y justo antes de alcanzar la aldea pasa algo muy significativo a nivel metafórico. Muere el capitán de la lancha a mi juicio el único hombre sensato de toda la pesadilla. Si uno se fija la mayoría de cosas que se dicen en general son un montón de palabrería absurda gritada y en absoluto meditada, pero justo antes de llegar al auténtico corazón de las tinieblas el único hombre que ha pronunciado las pocas palabras con sentido de toda la película desaparece para siempre.

Y no le damos demasiada importancia.